El impacto de la calidad del aire en el rendimiento cognitivo: del ajedrez a la oficina moderna

El impacto de la calidad del aire en el rendimiento cognitivo: del ajedrez a la oficina moderna

Un estudio realizado con jugadores de ajedrez, cuya actividad requiere concentración extrema, ha servido como modelo para comprender cómo incluso exposiciones breves a contaminantes como las partículas finas PM2.5 pueden afectar al rendimiento intelectual. Esta evidencia no solo concierne al deporte mental, sino que extiende sus implicaciones a oficinas, centros de mando, mercados financieros y cualquier otro entorno donde la mente sea la principal herramienta de trabajo.

Contaminación y ajedrez: el experimento cognitivo

Entre 2017 y 2019, investigadores de la Universidad de Maastricht y del MIT analizaron más de 30.000 jugadas realizadas en torneos de ajedrez en Alemania, correlacionando el desempeño de 121 jugadores con los niveles de partículas finas (PM2.5) en el aire. El hallazgo fue revelador: por cada incremento de 10 microgramos por metro cúbico de PM2.5, los jugadores eran un 26,3 % más propensos a cometer errores, y la gravedad de estos errores aumentaba en un 10,8 %. Cuando la presión aumentaba —particularmente en los últimos diez movimientos de cada partida— el efecto se intensificaba, lo que indica que el aire contaminado no solo reduce la precisión cognitiva, sino que amplifica sus efectos cuando se exige mayor capacidad mental.

La evidencia global del deterioro cognitivo por mala calidad del aire

Este fenómeno no es exclusivo del ajedrez. Estudios realizados en otros contextos refuerzan la idea de que el aire que respiramos influye en cómo pensamos. Un análisis de datos diarios de calidad del aire en China entre 2005 y 2014 halló una correlación negativa entre la contaminación y los rendimientos bursátiles. Este efecto fue menos pronunciado en aquellas empresas que habían adoptado políticas para mejorar la calidad del aire en sus espacios laborales. Los autores sugirieron que el aire contaminado podía inducir estados de ánimo negativos, lo que afecta la toma de decisiones entre los inversores.

Además, una investigación de 2016 sobre la exposición a corto plazo a las PM2.5 —tanto en interiores como al aire libre— demostró que incluso fuentes comunes como el humo de velas o el tráfico pueden tener un impacto negativo en la función cognitiva. En este estudio, los participantes realizaron pruebas antes y después de una hora de exposición a PM2.5, obteniendo peores resultados tras la exposición. Esto evidencia que el deterioro cognitivo puede producirse incluso sin una exposición prolongada.

Implicaciones para el entorno laboral

A la luz de estos hallazgos, es inevitable considerar las consecuencias que la mala calidad del aire puede tener en los espacios de trabajo modernos, especialmente en sectores donde la toma de decisiones complejas es parte del día a día.

Algo que podría contrarrestar el sistema se:cube, la solución «room-in-room» desarrollada por Sedus. Este sistema permite crear espacios independientes dentro de las oficinas diáfanas, con un enfoque particular en el confort acústico y la calidad del aire interior. Lo que distingue a se:cube max es su sistema de ventilación inteligente: aire fresco entra por el techo y se extrae desde la base de una pared técnica, sin generar ruido ni corrientes. Gracias a sensores automáticos de presencia, temperatura y CO₂, el sistema ajusta el flujo de ventilación de forma autónoma, y puede incorporar filtros adicionales, creando un entorno más saludable para el cerebro. Así como los jugadores de ajedrez monitorizan la calidad del aire para proteger su rendimiento, los profesionales de los sectores de trabajo intelectual podrían beneficiarse enormemente de trabajar en espacios con calidad del aire controlada.

Invertir en la calidad de aire es invertir en la productividad

La evidencia científica disponible sugiere que la contaminación del aire no solo representa una amenaza para la salud física a largo plazo, sino también un riesgo inmediato para la función cognitiva. En actividades donde pensar de forma clara y estratégica es esencial, incluso exposiciones breves a contaminantes como las partículas PM2.5 pueden mermar significativamente la capacidad de concentración y la toma de decisiones.

A medida que el mundo laboral se torna más exigente y especializado, resulta imperativo repensar cómo diseñamos nuestros espacios de trabajo. Soluciones como se:cube ofrecen una respuesta práctica e inteligente a un problema que hasta hace poco pasaba desapercibido. Invertir en ambientes con buena calidad del aire no es solo una cuestión de salud, sino también de eficiencia, productividad y competitividad. En definitiva, respirar mejor es vivir y pensar mejor.

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